Tú imagínate cualquier lugar decandente y tétrico donde Banksy haya pintado un grafiti, quítale el grafiti de Banksy, pues el resultado de eso es mi barrio.
Puede parecer, al leer este texto que mi barrio me tenga más quemado que los ingleses a Juana de Arco, pero la verdad es que lo amo incondicionalmente, con toda su fealdad (que es mucha).
Cuando era más joven, hacía un ejercicio de bipolaridad total o de gato de Schroedinger: mi barrio podía cambiar en función de mi interlocutor: Si el menda era chungo, mi barrio era el de verdad; si era una chica bonita de un barrio guay, otro de al lado. En el barrio había chicas bonitas, por supuesto......todas fuera de mi alcance, salvo alguna pobre incauta con más dioptrías en su haber que las lentes de un telescopio espacial y un gusto bastante dudoso en cuanto al género masculino.
Mi barrio en esa época (los 80) podía ser considerado una especie de Disneylandia ....siempre que uno fuese una alma sadomasoquista en pena o un orco que hubiese llegado a su particular paraíso (se me ha ocurrido un nombre para ello Marina Mord'or, ¿a que mola?). Como cualquier lugar de mierda que se tercie, la densidad de hormigón por m2 era mayor que la densidad de cualquier vulgar agujero negro supermasivo.
Podría ser el nidito de amor de un matrimonio formado por Satán y Le Corbusier. |
Mi historia..
Introducción:
El barrio en cuestión fue producto del frenesí desarrollista del alcalde franquista Porcioles, que cubata, Sol y Sombra y carajillo en mano y como respuesta a un no hay huevos, decidió hacer toda una oda al brutalismo, aniquilando cualquier tipo de vestigio de cosas bonitas y rodeándolo de infraestructuras, con el fin de hacernos pasar un calvario a sus moradores.
Al barrio, solo podías acceder por puentes: El pont del Treball (con un eficaz sistema de pago por uso, cuyo peaje consistía en pagarle al señor de una etnia determinada con tu reloj); el puente de Santiago Calatrava (este es más modelno y molón, un puente que has visto en infinidad de anuncios, y que es el favorito de los suicidas para quitarse de enmedio, no saltando de él, sino cruzándolo en días de lluvia); los puentes de la autopista; o el puente scalextric que unía la calle València con Guipúscoa con una doble curva elevada a 15 metros sobre el nivel del suelo que hizo que muchos niñatos con derbi variant emularan a Carrero Blanco en el trayecto desdencente del Almirante. Hay serias sospechas de que estos puentes han sido diseñados como armas de destrucción masiva diseñadas para corregir (a la baja) la demografía del barrio.
El puente de Calatrava, el favorito de la tercera edad para romperse la crisma.
En los 80:
El barrio en los 80, eso sí, todo era muy colorido, camisas hawaiianas, con peinados crepados más resistentes que el hormigón armado, hombreras, riñoneras...vamos, como en cualquier otro lugar (los 80 de por sí deberían ser borrados de la historia de la humanidad por razones que detallaré en algún futuro post, que escribiré cuando me dé la gana).
En mi primera etapa escolar fui a un colegio privado de lo que ahora se considera enseñanza por proyectos en la parte alta, hasta que el dinero se acabó y acabé en una escuela de las de estudiar en el barrio. La hostia de realidad debida a este cambio debió hacer temblar a todos los sismógrafos al sur del Besòs. En ese momento descubrí la realidad: que ese lugar en el que dormía, era distinto al Sarrià en el que yo prácticamente vivía. La adaptación fue dura, tanto que durante un tiempo estuve más perdido que Sergio Ramos en el Massachussets Institute of Technology, académica y vitalmente.
¿Qué será eso del MIT? |
En los 80 el paisaje urbano estaba dominado por las chutas de los
yonkis que formaban parte del mobiliario urbano en la misma medida que las
alcantarillas, los columpios oxidados de Chocolates Torras, y las mierdas de perro (recuerdo esláloms supergigantes sorteando
las cacas caninas). No sé con qué alimentaban a los perros en mi barrio, pero
algunas cacas parecían de diplodocus.
"El Pinchaubas se
conpra muebre biejos y chatarra" Un puto genio del naming y del márketing
Si hubiese habido unas
olimpiadas yonkis, mi barrio podría haber optado a la chuta de oro, la
cucharilla de plata o al tabique de platino. Con grandes figuras
narcodeportistas como el Indio, el Chato o el Pollo.
En lo referente a la seguridad, en el barrio había en
los 80 una fórmula matemática infalible: (tú + tu pelota) + persona de determinada
etnia pasando por ahí → tú + (persona de determinada etnia+ tu pelota). De este modo, fueron transcurriendo los años plácidamente, hasta que de sorpresa, se produjo un hecho que cambió la vida de la ciudad y las chabolas que había en el barrio
desaparecieron con mucha premura ante un acontecimiento crucial que llegaría en
la década siguiente (¡redoble de tambores!), un facha de tres pares de cojones señor llamado Samaranch recitó este sortilegio: A la ville de Barcelona. Efectivamente, fueron los Juegos Olímpicos, también llamados Oh..Limpiadas! Un ejército de grúas, tomaron la ciudad en plan Blietzkrieg (la Blietzkieg de los nazis, no la de los Ramones). Había que prepararse.
Mp3 killed GasOil singing star. El payo Juan Manuel (derecha), una puta estrella del barrio y una jamelga ¿la de los coros?(izquierda). |
Los 90:
Llegaron los 90 y los
cassettes de Bordón4, el Payo Juan Manuel, y el Max Mix desaparecían de las
gasolineras (nota mental: idea para otro post) al mismo ritmo que los yonkis y
los cilindros para inyectarse droja eran reemplazados por otros yonkis y otros
cilindros para esnifarla. Los jevis mutaron en raperos primero y en skinheads
morenazis después. Tenía su gracia ver a esos tipos gritando guait pagüer, a
pesar de parecer el hermano pequeño de Amunike embutido en una bomber 3 tallas
más pequeña. Eran un tipo de neonazis diferentes que igual
te escuchaban a los División 250, a Camela o Chimo Bayo. A su vez, en un giro
de los acontecimientos, los pijos se volvieron indies y reemplazaron los
hombres G y la superpop por Sartre edulcorando su sufrimiento a ritmo de smells
like teen spirit y Doolittle para paliar estoicamente su vacío existencial.
En esto hubo 15 días de frenesí en el verano del 92 que llegaron y se fueron. Fue el típico gatillazo ¿ya está? Y todo volvió a la normalidad ¿Qué esperabas?
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Ante este panorama en
la Barcelona postapocolímpica solo quedaban dos opciones:
A) asimilar que tu vida iba a ser lo que Arale Norimaki pinchaba de un palo (ver dibujito).
Como no fui a la uni porque en mi vida académica había más ceros que en el código binario del internet entero, la opción A ganó por goleada. Así que a mis veintipocos años opté por primera vez en hacer caso a mis padres en su leit motiv "córtate el pelo y búscate un trabajo". El pelo desapareció, pero el trabajo siguió sin aparecer, hasta que los tejemanejes de la aznaridad y la especulación inmobiliaria obraron su magia en forma de crédito fácil y burbuja inmobiliaria, esto sumado a la magia de una nueva moneda hicieron que todos nos creyéramos ricos y con eso llegaron: el metro (¡por fin!) y con él, en un brainstorming en el ayuntamiento se decidió cambiar el nombre del barrio de La Verneda (le falta punch, la verdad) por otro más molón: Sant Martí de Provençals. El "de" siempre es una preposición que en los apellidos y los topónimos queda guay, que sumado al glamour de "Provençals", pues joder, ¡te da un nombre de puta madre!
Los 00
Los 10
Y con ellos llegó el desastre: en los años 10 desaparecieron los vendedores de Tecnocasa y fueron reemplazados por una especie todavía de peor calaña que ellos y los yonkis: los runners, una especie cuya extinción debería ser objetivo primordial de todos los organismos internacionales y agencias estatales. En esa década es empezaron a poner de moda neologismos y anglicismos de mierda para ir a comer al parque y pedir la comida caducada no sonara a pobre, pero la pura realidad es que éramos pobres, volvíamos a ser pobres o nunca habíamos dejado de serlo. Los excesos de la anterior década pasaban fractura (sí, rompían huesos). Así que no tardaron en llegar las ejecuciones inmobiliarias al mismo tiempo que cerraban los bancos y huían los ahorros seguidos de los comerciales de Tecnocasa. Se puede aguantar un año, dos, tres, pero cuando llevas varios, la gente acaba más quemada que el reactor número 4 de Chernobyl, y aunque parezca mentira, esa crisis duró hasta la siguiente crisis sin que cayera rodando ninguna cabeza como hubiese pasado en la Francia del decenio de 1790.
Los 20
Traemos una nueva idea para dar moral a la ciudad ¡Vamos a postularnos para unos juegos olímpicos de invierno! ¿En serio? Hace 5 años que no nieva en la ciudad, me parece una idea brillante. Si Jamaica compite en los juegos olímpicos de invierno en Bobsleigh por qué no vamos a organizar nosotros unos juegos olímpicos de invierno.
Edificio estilo victoriano-cañí. |
Sin comentarios. |
Adeu, me he cansado de escribir. Amenazo con volver.
Muy bueno, me has hecho reír. Yo antes era de la parte alta...Sagrera. Hace 10 años que vivo en Sant Martí y no tan mal. Un saludo.
ResponderEliminarExcelente oda didactico-satírica... Brutal-ista! 👏🏾👏🏾👏🏾
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